domingo, 20 de marzo de 2016

Carta III

No se como comenzar esta carta ya que cuando la lea alguien, no se quien, ya no estaré aquí.
Mi nombre no es importante ya que nadie queda que me recuerde o quiera hacerlo.

Quiero recordar mi pasado, aquel rodeado de amor, cariño, afecto, amistad... yo tenía 17 años y era un joven muy luchador con las ideas claras, cariñoso, muy sociable y siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás.

Un día cuando volvía a casa del instituto me crucé con una persona, una persona la cual a estado presente en mi vida desde ese momento.
Se llamaba Carolina, y era amiga mía desde pequeño pero yo siempre estuve enamorado de ella. Se acercó a mi llorando y agonizando, explicándome que su madre tenía cáncer  eso acabaría pronto con ella. Yo la reconforté lo mejor que pude. 
Cuando se puso mejor me miró, y, no olvidaré sus palabras:-'Eres el único capaz de hacer que me sienta mejor, siempre lo has hecho, y siempre espero que lo hagas'-.
Al acabar de decir esto me miró con esos bonitos ojos verdes y me besó.
Mi primer beso y fue perfecto. La amaba y no lo podía creer.
Desde ese instante estuvimos juntos, yo intentaba ayudarle con la enfermedad de su madre y intentaba que se sintiese menos preocupada y algo mejor.

Ella me enseñó la gracia de la vida, compartimos locuras, besos, abrazos, pero lo más importante y mejor es que fuimos uno. Al llevar cuatro meses juntos me contó que estaba sola con su madre. Su padre la maltrató  de pequeña a ella y su madre, abusando de las dos, golpeándolas, maltratándolas.
Me contó que la última vez que lo vio su padre golpeó a su madre, tanto que la dejo casi inconsciente y ella asustada quiso salir a la calle corriendo. Él la agarró por detrás y la abalanzó violentamente contra la pared, ella sintió un gran dolor en la cabeza. Su padre le pegó mucho más tras esto. 
Después de todos los llantos, momentos de dolor... su padre fue denunciado por su abuelo ya que su madre no era capaz.
Y desde entonces su padre cumplía condena durante 15 años. 

Carolina ha pasado por muchas cosas las cuales le han marcado y me dijo que si su madre se fuera, quedaría sola, abandonada, y no sabría que hacer.

Entonces decidí contarle parte de mi vida, de lo que me pasó hasta el momento.
Yo no tengo padres, soy adoptado. Con una familia que me acogió a los 2 años. Son una mujer y un hombre los cuales no se preocupan por mi, nunca lo han hecho, y nunca creo que lo hagan. Nunca me han dado amor y nunca me han ayudado, excepto pequeñas acciones sin importancia. 
Desde el primer momento me trataron como un don nadie, sin quererme, tan solo por el dinero que recibían por tenerme. Por suerte solo me quedaba un año a su lado ya que con dieciocho años podía independizarme porque el estado a los chicos en la situación en la que yo estaba les ofrecía una vivienda con todo pagado.

Carolina fue la primera persona a la que conté esto y me sentía seguro y reconfortado junto a ella.

Dos semanas más tarde de todo esto, Carolina me llamó diciendo que su madre había muerto. Recuerdo que salí corriendo a su casa y, allí estaba ella, rota, hundida, pálida...
Le costó mucho salir de ese dolor en el que estaba sumida tras la muerte de su madre... tanto que nunca consiguió superarlo.

Pasó el tiempo, y Carolina no era la chica que yo conocí.
Ya no sonreía, no era amable, no creía en nada, no luchaba, no era ella.
Yo no sabía que hacer ni que decirle porque desde el fallecimiento de su madre su carácter cambió radicalmente y adquirió una personalidad brusca, arrogante, insultante...

Un día no se porque me encontré a Carolina con un cuchillo en la mano, llorando. Me acerqué rápidamente a ver que hacía.
Y si tienes un mal presentimiento, es así, Carolina se clavó el cuchillo en el pecho.
Yo no sabía que hacer, ella seguía respirando, consciente, pero por poco... La cogí en brazos mientras llamé a la ambulancia. Carolina me miró, pálida, y me dijo sonriente: -'Esto no es lo que yo quería, esto no es lo que yo amé, no soy yo, y nunca volveré a serlo'-.
Tras esto cerró los ojos. Seguía respirando, pero lo hizo poco tiempo más.

Carolina falleció en mis brazos. Nunca entendí ni entenderé porque cambió tanto, y siendo como era no pudo superar nada...

Tras su muerte yo quedé totalmente solo, más que nunca.
Sentí un gran vacío, un vacío que dolía, y dolía mucho ya que mi ser, mi corazón mi todo, se rompió, desapareció, no se encontró y es porque ya no estaba, desapareció junto a ella.

Esta carta la escribo para resumir parte de mi historia para que si algún interesado quiere saber porque ya no estoy aquí se de cuenta de el porque. Puede parecer estúpido, alocado, pero no lo es para nada, porque yo se lo que es el dolor en su máximo esplendor y no lo puedo aguantar, por tanto esto ha de acabar.

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